viernes, 16 de septiembre de 2011

Mirar hacia arriba o mirarnos

por Sergio Lesbegueris

 

El libro de Pablo Hupert nos muestra de manera lúcida las mutaciones sutiles pero fundamentales que han ocurrido sobre todo a partir de los últimos 10 años, y nos enfrenta con nuestras propias cegueras y dificultades perceptivas para poder “ver” de manera compleja este momento, donde la simplificación binaria se ha instalado entre los “anti” y los “pro”.

La irrupción del “nosotros” dosmilunero, marca un punto de inflexión no solo en las políticas neoliberales, sino también en las formas tradicionales de gestión de lo “estatal”, a partir de ahora insoslayable, imposible de “ningunear”, y los Kirchner han aprendido esa lección.

Dicen los psicoanalistas que hay dos formas de no ver al otro (o al “nosotros”), una es abandonándolo (tal puede ser la metáfora de los noventa) y otra es sobreprotegiéndolo (como metáfora del actual estado pos-nacional, tal como lo define Pablo).

Una nueva manera de desoír el “nosotros” se da en la actualidad mediante la gestión casi obsesiva de esas multiplicidades pos-representacionales, reconfiguradas en un entorno “imaginal”.

La operación es sutil pero eficaz, hemos vuelto a mirar para arriba, y en esa operación hemos descuidado el mirarnos (el mirarnos a “nosotros”).

Lo difícil, lo extremadamente difícil, es no intentar ver este momento con las gafas del viejo modelo representacional (o Estatal-Nacional, al decir de Pablo), asumiendo que hemos sido formados para percibir desde esa lógica, y también por qué no, la añoramos, no tanto por deseada sino por conocida en un tiempo de una gran desorientación y fragilidad existencial.

La sutileza de la operación de Pablo es la de percibir en esa añoranza un mecanismo de dominación tenue, no por vía repositiva tout court, sino por vía de las imágenes que nos referencian hacia allí, imágenes del pasado, pero con dispositivos novedosos de captura de esas multiplicidades irrepresentables, casi artesanales y por qué no, obsesivas por el control del desborde siempre a la vuelta de la esquina.

Si el fantasma del “nosotros” es parte impostergable de la agenda estatal posnacional, la construcción de “imágenes del presente” se nos impone al nosotros como manera de eludir esos cantos de sirena que intentan diluir esas potencias multi-expresivas indóciles que emergieron hace ya 10 años.

 

 

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